En la ciudad de Venecia reinaba una inflexible reglamentación estatal de la navegación, un control llevado al extremo, en la línea de una tradición imperial y bizantina aún vigente.
El Estado era constructor y propietario de galeras: para cada viaje las arrendaba al mejor postor, pero fijaba de manera estricta los itinerarios y las escalas, el ritmo de la travesía, el flete de cada uno de los productos transportados
Estas galeras formaban convoyes, las célebres “mude” de Rumania, de Siria o de Flandes, para garantizar su seguridad pero, sobre todo, para vigilar mejor lo concerniente a la recaudación de impuestos.
Las naves propiedad de particulares estaban sujetas a esa misma reglamentación.
Génova por el contrario, solo imponía un control fiscal bastante defectuoso.
Cada navío, seguro de su solidez, libre de instrucciones chapuceras elaboradas por consejeros más o menos irresponsables, se hacía a la mar cuando mejor le convenía y viajaba solo él adoptaba decisiones y no rendía cuenta de ellas. En esta forma, pudo afirmarse y realizar experimentos una nación de marinos, patrones y pilotos que adoptaron decisiones y se hacían responsables de la conducción de su navío.
Eran marinos capaces de enfrentarse solos a la aventura, a lo desconocido.
CRISTOBAL COLÓN; pertenecía a esa raza.
Jacques Heers, Cristóbal Colón, (México, Fondo de Cultura Económica, 1.992 – adaptación.
ACTIVIDADES
- Lean el texto de Jacques Heers. ¿Qué diferencias plantea ese autor entre la organización delos viajes de comercio de Venecia y de Génova?
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