Las zonas más privilegiadas por sus recursos naturales o por su posición estratégica comenzarían a ser codiciadas por una población que iba en aumento, aunque muy lentamente. Al mismo tiempo, los colonos asentados varias generaciones en una misma tierra, adquirirían un marcado sentimiento de propiedad territorial. Los conflictos se multiplicarían cuando nómadas o colonos poco afortunados pretendieron remediar su vida saqueando los rebaños y las cosechas de sus vecinos más ricos. Es así como la guerra se convertiría en una práctica habitual; ya fuera para saquear al vecino, o para defender los propios medios de subsistencia. Pero mientras que no siempre estaban en paz entre ellos, los hombres sí estaban en paz con la NATURALEZA; le permitían sólo lo estrictamente necesario y se adaptaban a sus ritmos, que para ellos todavía eran misteriosos y, en cierto modos “sagrados”.
No es que hablaran de ecología, claro, pero sabían más que nosotros…….
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